El martes día 7 me sorprendió lo bonita que estaba la Luna cuando volvía a casa, lo que me animó a que al llegar, subiera a la azotea a fotografiarla, ya había subido un poco y no tenía ese color especial de su salida sobre el horizonte, aunque aún conservaba algo de color.
Este rato lo pasé muy bien acompañado por un perenquén.
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